Alfombras para los difuntos

Esta nota fue publicada el 27 de enero del año 2012. En ese entonces, varios de los personajes aquí mencionados, aún existían. En memoria de ellos, publicamos nuevamente el presente reportaje...

Acompañar a la familia con el servicio de la elaboración de una alfombra es una tradición que en Barillas se ha desarrollado por varios años; inicia según la información que tenemos, con Jorge Castañeda, le siguen en el oficio sus hijos Roderico y Cristian Castañeda, actualmente un grupo de servidores de la comunidad integrado por los ilustres Barillenses: Rito Alvarado, Rafael Santiago, Filemón Mérida, Rigoberto Morales, Roni Silvestre, Roderico Castañeda. Jorge Mérida, quienes han ido perfeccionando esta tradición, conforme sus ocupaciones lo permiten.

Relata don Lico que cuando su papa Jorge Castañeda, las hacia eran de pino,  se recortaba con tijeras o se picaba sobre una superficie con cuchillo bien filoso o navaja. No se usaban los moldes, sino los detalles se realizaban con los dedos, sobre el pino picado fino que dispersaba siempre sobre la mesa, que ocuparía el centro del altar para el rezo de nueve días o acabo de año.



El motivo principal, que consiste en una cruz, se pintaba sobre la mesa, y se rellenaba de pino, las letras del nombre del fallecido, al pulso o al tanteo.  Se abreviaban las iniciales del finado únicamente, lo artesanal del diseño se veía compensado con el olor del pino, despertando sensaciones de alivio en los asistentes y el profundo contacto con la naturaleza, con la vida, donde también la muerte es parte del ciclo.

Don Lico Castañeda, trabajando en una alfombra

Con una llamada telefónica inicia el contacto con alguno de los señores dedicados a esta noble actividad, los que están disponibles en ese momento se hacen presentes a la casa donde se realizara el rezo o ceremonia de conmemoración en honor del fallecido.

La estancia con la familia, la relación de hermandad y vecindad, las conversaciones que en Canjobal o en español, van llenando el vacío dejado por un joven sano, trabajador y que con esfuerzo estaba trazando su futuro escribiendo su propia historia que encuentra su fin a los 22 años.  En otros casos puede ser un adulto, una mujer, un niño, al final una persona que simplemente se nos ha adelantado en este camino de aprendizajes.

Las platicas entre los niños, la presencia de los abuelos, los padres y demás parientes que se preparan a la orilla del fuego para aceptar la voluntad de Dios, misterio de la vida es la propia muerte.


Luego de este compartir entre hermanos da inicio el trabajo que se inicia con la colocación de una manta de color blanco sobre la mesa que será el centro de la ceremonia, se fija con tachuelas o chinches que evitan que se mueva el lienzo.

Con un metro se mide el total de la mesa y la cantidad se parte a la mitad colocándose en el centro el detalle principal; lo que da lugar al siguiente paso que consiste en la colocación de un molde, este detalle consiste en una  cruz que simboliza el momento de transición que hacemos los humanos hacia un plano más espiritual, el nombre del fallecido y la fecha de fallecimiento son parte de esta primera estampa.

Los materiales previamente  seleccionados y teñidos transportados en bolsas de nylon, son polvos de colores diversos que permitirán dar un toque de esperanza y resignación a los dolientes sobre el lienzo blanco, que espera  para la tarde, igual que los demás preparativos.

Estos polvos, se han preparado con anterioridad, tiñendo con anilina o pinturas vegetales, pueden ser arena, aserrines y en un inicio pino picado.  Las tareas se van repartiendo entre el grupo, para la coloración don Rigo demuestra sus habilidades. Los moldes se han ido elaborando y perfeccionando con el tiempo, en cartón piedra o madera se han plasmado los variados diseños.

El rellenado de los moldes es lo que más tiempo lleva, pero este se aprovecha “compartiendo”, se fomenta la unión familiar, la vinculación a la comunidad religiosa,  ya sea católica o en muy pocos casos la evangélica, pues al momento de prepararse para la reunión se alivia el dolor y se expresa la solidaridad, la hermandad.


La elaboración de la alfombra es una actividad exclusiva de hombres por la mañana y las mujeres están en sus actividades propias. La participación es voluntaria y no existe entre ellos ninguna figura organizativa, más que la distribución de algunas tareas,  no hay jerarquías, más que la voluntad de prestar un servicio a la comunidad.

Una bolita de masa, se usa como corrector de las imperfecciones del trabajo que sobre el lienzo se va formando, una bola de masa va recogiendo los restos de arena que van quedando alrededor del diseño o sirve para borrar si algún error se presenta, esta equivocación dejara manchada la tela y será difícil limpiarla para continuar con la alfombra.


Cualquier sugerencia para mejorar es aceptada.  En tiempo efectivo de trabajo 2 horas y media, entre varias personas, si es una sola persona unas 4 horas.

Preparando los materiales

Entre las pláticas van sutilmente presentándose las decisiones sobre el  color del relleno, donde va tal o cual figura;  va pasando por la mente el aumento de muertes en personas jóvenes, que por causas no naturales dejan de existir de forma física, viviendo en la mente y el recuerdo de sus familiares que les sobreviven.

Al fondo la actividad de la familia, el corre corre en los trabajos de las mujeres, los juegos de los niños, que unidos por esta ocasión, juegan a la familia, mama, papa y los hijos que son los más pequeños, que han sido asignados como responsabilidad en la espalda de sus hermanos mayores.

Con la invitación de “toma tu vaso”, se manifiesta el “compartir”,  un vaso de atolito y un pan de fiesta, que despide a los que se van y celebra la vida de los que se quedan.

Agradecemos a la señora Susana de Castañeda por su colaboración para la publicación de esta nota cultural de Santa Cruz Barillas.

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