Paseo por los Cuchumatanes en Huehuetenango

El libro de Rubén Rivas Alvarado Memorias y recuerdos de Huehuetenango 1906-1920, cuya edición estuvo a mi cargo, es un relato agradable de la vida en provincia en el período analizado.

Recuerda don Rubén a otra familia muy conocida: el coronel don Teodoro Recinos, padre de don Virgilio y de don Adrián Recinos. Este último nació el 5 de julio de 1886 y falleció el 8 de marzo de 1962. Político, diplomático y presidente de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala. Conocido por sus traducciones de antiguos manuscritos mayas, incluido el Popol Vuh. Autor de la Monografía de Huehuetenango, cuya primera edición fue publicada en 1913.

Montañas de Los Cuchumatanes


En 1916, en la escuela se practicaba el boxeo, y fue un año de constantes excursiones a lugares de interés.

En 1917, para la Feria de Candelaria, su padre, por interpósita mano, obtuvo la concesión de la Casa de Juegos.

Apenas terminaba la feria de Chiantla, trasladaron a su padre a San Pedro Soloma. Narra con detalle cómo pasaron por la Hacienda de Chancol, donde bebieron en el desayuno leche ordeñada de las cabritas y ovejitas que usualmente empleaban para hacer los quesos que tanta fama le dieron al lugar. Recorrieron grandes planicies sembradas de trigo y habas; llegaron al sitio llamado Cap-Tzin, un lugar de altísimas piedras. Pasaron por Chemal, la cúspide más elevada de la sierra de Los Cuchumatanes. Luego, descendieron y llegaron a Soloma, pasando antes por San Juan Ixcoy.

Más adelante, lo llevaron a conocer Santa Cruz Barillas, en donde tenía familia y un medio hermano llamado Chepe. Este lo invitó a conocer una pequeña finquita, en donde había un trapiche, lugar y aparato donde muelen la caña de azúcar; el aparato es de fuerte madera, con dos cilindros pegados de arriba a abajo, y al girar por el empuje de una yunta de bueyes se van metiendo las cañas en medio de los cilindros, para producir rapadura.

El 25 de diciembre de 1917, en la noche, se sintieron en Huehuetenango los efectos del terremoto que destruyó la capital de Guatemala. Luego, detalla con mucha precisión los efectos que tuvo la pandemia de la gripe española, que causó muchos muertos en todo el departamento de Huehuetenango.

En 1918, relata don Rubén, que vio lo más espectacular de la época, que fue el entierro del señor jefe político y comandante de armas, general don J. Joaquín Mont, yendo delante de su catafalco su famoso caballo de color casi amarillo, y sobre su caja, su espada y su gorra. Fue uno de los personajes más importantes que fallecieron a causa de la pandemia.

En 1919, el autor fue seleccionado para acudir a la Escuela Politécnica, junto con Leopoldo Mont y Marco Aurelio Mérida. Sin embargo, su madre no lo permitió. Relata que en Nentón o en Petatán corría un río que, por el reflejo de sus aguas limpísimas, le llamaban río Azul. Este lugar es actualmente un lugar turístico en Guatemala.

Narra cómo se vivió en Huehuetenango en 1920 el movimiento unionista que derrocó al presidente Manuel Estrada Cabrera.

Finalmente, don Rubén fue a vivir a la capital en junio de 1920, relatando cómo era la ciudad de Guatemala, y que fue a conocer la escuela que, con el nombre de Huehuetenango, construyeron albañiles y carpinteros de esa última ciudad, situada en la 2a. avenida y 10a. calle de la zona 1, del actual Centro Histórico.

Por José Molina Calderón

Publicar un comentario

0 Comentarios